V e n e z u e l a :   O r o   y   E c o c i d i o
 
 
    Con complicidad entusiasta del Estado y participacion de transnacionales 
mineras de Canada, Estados Unidos, Gran Bretanha y Sudafrica, esta en marcha 
en Venezuela una campanha para impulsar la pronta explotacion de una riqueza 
aurifera que, segun sus promotores y beneficiarios, seria la confirmacion de 
aquel fabuloso El Dorado que en el Siglo XVI buscaron con rapacidad los 
europeos en estas tierras. Se habla de entre 8 mil y 12 mil toneladas de 
reservas probables, lo que significaria un 10 % del stock mundial, con valor 
actual de mercado por 140 mil millones de dolares. Por si fuera poco, 
supuestamente seria mineral de alto tenor, con rendimientos de 8, 12 y hasta 
16 gramos de oro por cada tonelada de material procesado, lo que se compara 
muy favorablemente con la produccion de las vetas sudafricanas que dan en 
promedio 4 gramos por tonelada. Asi que no es de extranhar que se haya 
desatado una "fiebre del oro", incentivada ademas por el pretexto de que esta 
riqueza seria una solucion a las graves dificultades economicas por las que 
pasa el pais desde la decada previa. 
 
    Antes de 1991, la extraccion de oro en gran escala era potestad del 
Estado, que no se ocupaba mucho de ello pues el petroleo le resultaba mas 
rentable, manteniendo una modesta produccion en las viejas vetas de El Callao 
que nunca paso de 12 toneladas anuales y permitiendo a la pequenha mineria 
artesanal extraer unas pocas toneladas de oro en aluvion. Pero a partir de 
esa fecha y en conexion al programa economico neoliberal, se abrio un proceso 
de cesion de grandes y medianos contratos para explotacion aurifera, que 
hasta 1994 habia otorgado 436 concesiones, por una superficie de 1.283.882 
hectareas, casi 12.839 kms.\2, siendo el area que finalmente se entregara a 
los operadores mineros de unos 30.000 kms.\2 (apenas algo menos que la 
superficie de Belgica o Catalunya y un poco mas que la region andina 
venezolana). Voceros oficiales y privados hablan de una produccion que para 
el anho 2000 estara entre las 40 a 60 toneladas, convirtiendo al pais en uno 
de los maximos proveedores mundiales, dando empleo a 120.000 personas e 
ingresos a la nacion de 250 millones de dolares anuales. Se anuncia para 1996 
el inicio de actividades de la primera de las nuevas grandes minas (Las 
Cristinas, en el Estado Bolivar, operada por la Placer Dome de Canada), de 
donde saldran 300.000 onzas de oro al anho-9,331 toneladas-.
 
    Pero la prometida bonanza plantea un enorme problema ecologico: la 
mineria aurifera solo es posible al sur del rio Orinoco, en la vasta region 
de Guayana, la cual como el resto de la Amazonia presenta caracteristicas 
unicas de biodiversidad cuya preservacion es imprescindible y donde la 
intervencion humana debe ser cuidadosa en alto grado por tratarse del entorno 
con la mayor riqueza natural del planeta, que hace de Venezuela el cuarto 
pais del mundo en lo que a diversidad biologica se refiere. Guayana comprende 
44% del territorio venezolano (403.750 kms.\2, Estados Amazonas y Bolivar), y 
solo 5,5 % de la poblacion (1.200.000 habitantes), concentrados casi todos en 
una pequenha area cercana al Orinoco, siendo el resto un espacio que se ha 
mantenido relativamente libre de la masiva intervencion depredadora del 
Estado y el capitalismo. El potencial minero de Guayana (oro, diamantes, 
bauxita, hierro, minerales radioactivos, titanio etc.) hace tiempo es 
conocido y explotado, pero los ambitos donde se localizaron estas 
actividades, el modo de hacerlas y su impacto en el ecosistema apenas habia 
afectado esas amplias extensiones, aunque los desastres ambientales por obra 
de la accion de pequenhos mineros, tecnocratas estatales y terratenientes ya 
han hecho mella en varios puntos de la region. 
    
    Ahora, con el nuevo espejismo aureo, el riesgo se hace aun mayor y lo que 
estamos viendo asi lo confirma. Alli esta el mismo proceso de otorgamiento de 
concesiones que, como cabe esperar en el Estado venezolano, se ha visto 
marcado por toda clase de corruptelas y vicios, cuyos mejores exponentes han 
sido los sucesivos presidentes de la Corporacion Venezolana de Guayana y los 
ministros de Energia y Minas (en especial el actual, Erwin Arrieta, tambien 
flamante Secretario General de la Organizacion de Paises Exportadores de 
Petroleo), acusados de figurar directamente o a traves de testaferros entre 
los principales receptores de permisos de explotacion, los cuales luego son 
traspasados a las transnacionales interesadas a cambio de jugosas comisiones. 
Este codicioso reparto llego a incluir areas que estan expresamente 
prohibidas por ley como el Parque Nacional Canaima (en el cual se localizan 
las extraordinarias formaciones geologicas llamadas "tepui" y la cascada mas 
grande del mundo, el Churun Meru o Salto Angel), donde se entregaron 18 
contratos sobre 5.000 hectareas al norte del Parque. Tambien han sido 
afectadas la Zona Protectora Sur del Estado Bolivar, asiento de las cabeceras 
de la mayoria de los rios mas caudalosos del pais, y la Reserva Forestal de 
Imataca, donde a pesar del palabrerio burocratico sobre conservacion de la 
naturaleza se realiza el 40% de la actividad minera del Estado Bolivar. En 
cuanto al Estado Amazonas, la voracidad minera esta presionando con fuerza 
para que se anule la prohibicion de realizar alli sus actividades, la cual en 
la practica es cada vez mas pura letra muerta.
 
    Debe destacarse el impacto fatal que el "boom" minero tiene para la 
poblacion indigena de Guayana, estimada en unas 80.000 personas de las etnias 
pemon, yanomami, piaroa, guahibo, yekwana y otros 17 grupos mas (25% de la 
poblacion aborigen del pais y 88% de sus etnias autoctonas). Para ellos, 
ocupantes milenarios y perfectamente integrados de ese fragil entorno 
ambiental, toda accion ecocida es un directo ataque genocida, de lo cual hay 
una larga historia que en los ultimos anhos se ha agudizado por la renovada 
presencia agresiva de los pequenhos mineros (llamados en Brasil 
"garimpeiros"), quienes son punta de lanza en la ocupacion de territorio y 
explotacion de riquezas de las que otros mas poderosos seran luego 
principales beneficiarios. Se calcula que hay unos 30.000 en la region y su 
actividad destructora va desde el envenenamiento de rios y suelos con 
mercurio (solo en la cuenca del Caroni se estarian arrojando al anho 3.000 
kgs. de este metal tan toxico, usado para separar el oro de otros minerales), 
pasando por la contaminacion de las aguas con la remocion de sedimentos (el 
mismo rio Caroni tenia en 1982 un volumen medido corriente abajo de 
sedimentos arrastrados de 4.500 toneladas/dia, en 1995 es de 10.500 
toneladas/dia), hasta llegar a los asesinatos y violaciones masivas de 
indigenas.
 
    Con calculada hipocresia, los defensores de la gran mineria transnacional 
pretenden desmarcarse de los toscos desmanes de los "garimpeiros" 
argumentando que promueven una explotacion "mas racional y ecologicamente 
sustentable(!!)", pero no existe ninguna experiencia de mineria a cielo 
abierto en areas de bosque tropical humedo donde la intervencion sobre los 
suelos no ocasionara un danho irreparable, y no hay un solo trabajo 
cientifico publicado que demuestre lo que afirman las empresas mineras. De 
hecho, la tecnologia que van a usar Cristalex, Yellow Jack, Monarch o Placer 
Dome es la misma que usan en paises no tropicales, lo cual se sumara a la 
actitud complaciente de supervision de riesgos ambientales que de seguro 
tendra el Estado para "no preocupar a los inversionistas extranjeros", 
originando lo que no dudamos en calificar como el peligro mas grande que haya 
tenido que afrontar la ecologia de Guayana. Que esto no es exageracion se 
comprobo el 19 de agosto de 1995 al derramarse millon y medio de litros de 
desechos de cianuro en los rios Omai y Esequibo de la vecina republica de 
Guyana, como resultado de las actividades de una filial de transnacionales 
del oro de Canada y EE. UU., causando el peor desastre ecologico ocurrido en 
esa nacion.
 
   Ademas, las exigencias de rentabilidad para que estas companhias operen 
presionan de tal modo que el Estado no solo esta cediendo a sus demandas 
sobre reduccion de impuestos, exportacion de beneficios y legislacion 
ambiental a la medida, sino que ademas se propone garantizarles toda clase de 
"ventajas comparativas" (suministro barato de energia, comunicaciones, obras 
publicas diversas, etc.), sin olvidar lo que disimuladamente reclaman 
respecto a la sobre-explotacion de la mano de obra, donde su historia en 
Sudafrica, Brasil o Republica Dominicana es un funesto aviso de lo que espera 
a los trabajadores. De esta manera, terminaran haciendose humo los supuestos 
ingresos cuantiosos que la nacion recibira de su quimera dorada, sin 
compensar los terribles costos economicos, ecologicos, sociales y culturales 
que causa.
  
    No ha dejado de haber respuesta a esta situacion, proveniente de grupos 
ecologistas y pro-indigenas venezolanos, organizados en 1995 en la 
Coordinadora Nacional Contra la Mineria, la cual a traves de diversas 
acciones, documentos y declaraciones ha tratado de alertar sobre el problema. 
Claro esta que los amos del poder y de los grandes medios de difusion han 
querido minimizar esta voz disidente e imponer un supuesto acuerdo de la 
opinion "respetable" del pais con las maravillas que anuncian los empresarios 
mineros y sus compinches gubernamentales. Con todo, se ha logrado al menos abr
ir algun nivel de concientizacion y debate respecto al asunto entre quienes 
estan interesados en la problematica ecologica e indigena, obligando 
inclusive a que los responsables del guiso sean mas cuidadosos. Por ello, 
hemos visto como desde fines de 1994 se paralizo la entrega de concesiones, y 
el Procurador General de la Republica hasta asomo que podria anularse por 
ilegal todo ese proceso. Creemos que esto no significa que el gobierno de 
Rafael Caldera pretenda echar atras la apertura neoliberal en la mineria del 
oro, sino que son maniobras de distraccion para adormecer a potenciales 
opositores y para amarrar bien un negociado que promete ser tan rentable para 
quienes lo auspician como catastrofico para el ecosistema de la Amazonia 
venezolana.
 
                                       SOFIA COMUNNIELLO
                             (CORREO A # 28, pp. 6-7; noviembre 1995)